Bajo las luces de la ciudad

Cada noche, en el barrio antiguo de la ciudad, Clara caminaba por la plaza iluminada por faroles dorados. No buscaba nada en especial, solo disfrutaba de la tranquilidad después de un día lleno de trabajo.

Una tarde, al pasar frente a un pequeño café, vio a Marco sentado solo con un libro. Decidió entrar y hablar con él. Lo que comenzó como una conversación tímida se convirtió en encuentros diarios, compartiendo historias y sueños.

Pero un día, Marco confesó que pronto debía mudarse a otro país por trabajo. Clara sintió un nudo en la garganta; no quería que esta conexión terminara tan pronto.

En lugar de dejarse llevar por la tristeza, ambos decidieron aprovechar al máximo el tiempo que les quedaba juntos. Organizaron paseos por la ciudad, cenas improvisadas y momentos simples que llenaron sus corazones de alegría.

Cuando llegó el día de la partida, se despidieron con la promesa de mantenerse en contacto y la esperanza de reencontrarse. Aunque la distancia era real, la experiencia les enseñó que algunos encuentros, por breves que sean, dejan huellas profundas.

Clara volvió a su rutina, pero ahora con una sonrisa y un libro en la mano, recordando las noches bajo las luces doradas donde encontró un amor inesperado y auténtico.