El vendedor y la bolsa misteriosa

El mercado del pueblo siempre estaba lleno de vida los domingos por la mañana. Marta, una joven que disfrutaba caminar entre los puestos, decidió comprar algunos productos frescos para la semana.

Mientras elegía frutas y verduras, llamó su atención un pequeño puesto donde un hombre mayor vendía objetos antiguos y curiosos. Marta no tenía intención de comprar nada fuera de su lista, pero algo en una vieja bolsa de tela le hizo detenerse.

El vendedor notó su interés y comenzó a contar historias sobre cada objeto que había en la bolsa, piezas que decía venían de lugares lejanos y tiempos diferentes. Marta escuchaba con atención, fascinada, aunque no estaba segura de querer gastar dinero en esos recuerdos misteriosos.

De repente, alguien tocó el hombro de Marta; era un niño que había estado jugando cerca y ahora sostenía una pequeña moneda antigua que cayó de la bolsa. El vendedor explicó que esa moneda tenía un valor especial, no por su precio, sino por lo que representaba.

Marta sintió curiosidad y preguntó si podía comprar solo la moneda. El hombre accedió, y mientras le entregaba el objeto, le dijo que a veces los recuerdos más valiosos vienen en pequeñas cosas inesperadas.

Al salir del mercado, Marta no solo llevaba la moneda: también un pensamiento sobre cómo la historia puede aparecer en detalles simples y cerrar ciclos de manera tranquila, sin necesidad de cambios grandes o emocionantes. El día siguió su curso, y ella se quedó con ese pequeño recuerdo y una sonrisa tranquila.