El reloj perdido en la cafetería

Sentado en una mesa junto a la ventana, Diego disfrutaba de su café cuando notó que su reloj no estaba en la muñeca.

Miró a su alrededor con cuidado, recordando que lo había puesto sobre la mesa para mirar la hora mientras leía un libro. El lugar estaba tranquilo, solo algunas personas charlaban suavemente.

Se levantó para buscar el reloj en el suelo y en las mesas cercanas, pero no lo encontró. Diego preguntó al camarero si alguien había entregado un reloj, pero no hubo respuesta.

Entonces recordó que había visto a una mujer mayor que estaba justo al lado, tomando un café y leyendo un periódico. Parecía concentrada y no había notado nada extraño.

Diego se acercó con cuidado para preguntarle si había visto un reloj cerca de su mesa. La mujer lo miró con sorpresa y negó saber algo. Sin embargo, luego sonrió y le mostró un reloj en su bolso.

"Parece que es el tuyo", dijo ella, entregándoselo. Diego se sintió aliviado y un poco confundido. La mujer explicó que había tomado el reloj para evitar que se cayera al suelo cuando ella pasó cerca.

Diego agradeció la honestidad y decidió invitarla un café para compartir un momento agradable. Mientras hablaban, descubrieron que ambos amaban los libros y las tardes tranquilas en la ciudad.

Aunque hubo un pequeño malentendido, el día terminó con una conversación inesperada y una sonrisa sincera. El reloj no solo marcó la hora, sino también el inicio de un recuerdo especial para ambos.

Al salir de la cafetería, Diego pensó que a veces las pequeñas cosas pueden enseñar mucho sobre la confianza y la empatía, sin necesidad de grandes complicaciones.