El susurro del bosque antiguo

No es común que un lugar silencioso revele tantos secretos, pero así fue la experiencia de Elena durante su última caminata en un bosque antiguo.

Elena, una naturalista apasionada, había decidido explorar un sendero poco transitado cerca de su ciudad. El bosque, con árboles centenarios y un aroma pesado de tierra húmeda, parecía vivo en cada rincón.

Mientras avanzaba, comenzó a notar pequeñas huellas que no correspondían con ningún animal conocido para ella. Su curiosidad creció, y decidió seguirlas, olvidando el tiempo.

De repente, el sendero desapareció y se encontró en un claro donde la luz del sol apenas tocaba el suelo. Allí, una formación extraña de piedras y raíces formaba un círculo perfecto, como si alguien hubiera construido un altar natural.

Elena sintió una mezcla de asombro y desconcierto. No había rastro de otros visitantes ni señales claras de qué significaba aquel lugar. Se preguntó si era reciente o si pertenecía a alguna leyenda olvidada.

Pasó los minutos intentando descifrar el significado, consciente de que su lógica no alcanzaba a explicar ese misterio. La naturaleza, a veces, guarda historias que no estamos preparados para entender del todo.

En vez de recopilar pruebas o buscar respuestas inmediatas, Elena decidió sentarse y simplemente observar. Escuchó el susurro de las hojas movidas por el viento, el canto lejano de un ave y el latido calmado de su propio corazón.

Al caer la tarde, sin ninguna conclusión definitiva, regresó sobre sus pasos con la sensación de haber encontrado un fragmento de un mundo silencioso y profundo, más allá de los mapas y las palabras.

No siempre es necesario entender todo; a veces, el misterio es lo que mantiene vivo el asombro y nos conecta con lo intangible.