El eco silencioso del cuerpo

Nunca imaginé que un simple dolor podría enseñarme tanto sobre la vida y el tiempo.

Me llamo Lucía y, desde hace unas semanas, siento un cansancio persistente que no logro explicar. Al principio, pensé que era solo estrés del trabajo o falta de sueño, pero el malestar se fue intensificando poco a poco.

Decidí visitar a un especialista, que tras varias pruebas, me dijo que debía cambiar radicalmente mis hábitos. No se trataba solo de descansar más, sino de cuidar realmente mi cuerpo y mente, y aprender a escuchar sus señales.

Lo curioso es que, en lugar de preocuparme, sentí una especie de tranquilidad. Por primera vez, me permití parar y analizar cómo me trataba a mí misma. Comencé a realizar pequeños cambios: caminatas al amanecer, comidas más naturales, y dedicar momentos para meditar.

En esos momentos de calma, descubrí que mi cuerpo tenía mucho que decir, pero yo no lo había escuchado antes. No todo mejoró de inmediato, y algunos días el cansancio volvía, recordándome que este proceso era lento y delicado.

Aún no sé cómo terminará esta nueva etapa, pero he aprendido que cuidar la salud no es solo un acto físico, sino una conversación constante con uno mismo, un diálogo silencioso y profundo que pocos saben tener.

Quizá, a veces, es necesario perder el ritmo habitual para encontrar un nuevo equilibrio, aunque implique aceptar la incertidumbre que eso trae.